martes, 29 de noviembre de 2011

Ojos de cristal, corazón de madera.

Es duro, es duro verte cometer los mismos errores que ayer. 
La experiencia no te enseña, y el dolor ajeno no te frena.
Y por mucho abrir los ojos, no ves.
Ojos de cristal, corazón de madera. 
Tus sentimientos, confusos, confundidos. 
¿Qué es bien, qué es mal?
¿Marcar el rumbo, o dejarse llevar?
Pues ni marcar, ni ser pluma y volar.
Sentir, valorar...
No quieres verla, es duro que te digan la verdad. 
¿Marcar el rumbo, o dejarse llevar?
Navegar o derivar. 
Primero zurda y luego diestra.

Excusatio non petita, accusatio manifesta.



barco de vela en el mar



lunes, 7 de noviembre de 2011

¿Es este el camino que debo seguir?

Agobiado de la nada. Pasota. Necesitaba más y no sabía dónde buscarlo. Necesitaba sonreír de nuevo. Y por fin aprendí a trucar la brújula de mi destino.
Los errores nos hacen más fuertes, pero sólo si nos percatamos de ellos a tiempo. Y como dueños de nuestro tiempo, somos poderosos.
Partimos de la soledad para conseguir estar acompañados.
Partimos de la nada, para conseguir lo que queremos. Y para conseguir lo que queremos debemos buscarlo.
En ocasiones siento una impetuosa necesidad de cambiar mi rumbo. 
Y entonces, incluso cuando elijo ir con el viento en contra, me siento capaz de avanzar. Y es que soy capaz.
Pues el combustible de mis pasos es la felicidad. Y no hay mejor felicidad que aquella por la que se ha luchado. 
Pero cuando noto que algo no va bien, paro, pienso, y si siento que no estoy en el buen camino, lo cambio.  Para elegir bien el camino debemos buscar las señales que nuestro interior esconde. 


La libertad de poder elegir nuestro camino no implica felicidad, pero la felicidad si que implica haber elegido bien nuestro camino. 






Si no te sientes como crees que deberías, para y piensa: ¿Es este el camino que debo seguir?