lunes, 13 de septiembre de 2010

Oigo como el agua...

Oigo como el agua no para de caer ahí fuera. 
Desahoga sin cesar sus penas el cielo en el frío suelo.
Mientras, yo, tumbado, siento como toda mi piel sufre un escalofrío, un álgido escalofrío que hace arder mi cuerpo durante varios segundos.
No siento solo frío, no siento solo calor, siento frío y calor a la vez en este pequeño lapso de tiempo. Lapso para el lapsus...
Gélidos momentos de reflexión y templanza necesito para mantenerme. En cambio el ardor de mis actos templa toda reflexión.





Quiero no quererte
pero quererte quiero más.
Enfriar el sentimiento
mientras un enorme sol de sinrazón
hace arder mi corazón.
De momento es la lluvia la que templa...
la ausencia de razón.






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